El lado argentino, que cuenta con el ochenta por ciento de los saltos de agua de las Cataratas de Iguazú, dispone de varios circuitos y actividades acuáticas que permiten acercarse al máximo a las cascadas.
Globo amarillo: entrada al parque / globo verde: Iguazú Jungle / globo azul marino: estación Cataratas / globo morado: Garganta del Diablo / globo marrón: Sendero Ecológico / globo azul claro: Circuito Superior / globo granate: Circuito Inferior / globo gris: Aventura Náutica
Si la tarde anterior estuvo dedicada al lado brasileño en la jornada presente pasaríamos el día entero en el lado argentino. Como muchos dicen “desde Brasil se ven las cataratas y desde Argentina se viven”. Es una afirmación totalmente cierta, pues el sistema de pasarelas está estratégicamente colocado para conseguir la máxima cercanía. Además, existen unas cuantas posibilidades para vivir la experiencia aún más intensamente.
El autobús que lleva al Parque Nacional Iguazú es un poco más caro que el que lleva al lado brasileño, es decir 130 pesos (7,5 euros/persona ir y volver) pero ambos salen desde la misma estación en la Avenida Córdoba de Puerto Iguazú. Como el día anterior, deja en la misma puerta de entrada donde sólo hay que comprar los billetes para acceder. Cuestan 330 pesos por persona (unos 18 euros). Si se quiere ir dos días el segundo sale un 50% más barato, sólo hay que sellar en la entrada los tiques al finalizar la primera etapa. No era nuestro caso porque sólo íbamos a estar un día así que no pudimos ahorrar ni un peso.
Nada más entrar nos dirigimos al chiringuito de la compañía que realiza las actividades dentro del Parque, Iguazú Jungle . Fuimos al primero que hay, situado a pocos metros de la entrada, porque había leído que es el único que acepta Visa, pero quioscos de la empresa los hay repartidos en diferentes lugares, tanto para compra de billetes como puntos informativos. Un empleado nos explicó las diferentes modalidades de aventura pero yo llevaba hechos los deberes y ya sabía lo que quería hacer: el Paseo Ecológico y la Aventura Náutica. El primero es un plácido recorrido en barco de remos apto para todas las edades. El segundo tiene más restricciones porque se sitúa justo debajo de las cascadas con el objetivo de darse la ducha del siglo. Existe también el combinado Gran Aventura, que se hace en 4×4 y lancha a motor y finaliza también con el bautismo en las cataratas. A mí me interesaban los dos primeros y por ello compramos el Pasaporte Cataratas por 600 pesos cada uno (unos 38 euros), ahorrando así 100 pesos en total. No es que sea algo significativo en el monto global del viaje pero de tontos habría sido desaprovechar la oferta comprando las dos actividades por separado.
Parecía una buena idea dejar cerrado esto nada más llegar, pero los horarios de las actividades nos condicionaron el resto de la jornada y por este motivo no pudimos realizar el Sendero Macuco, uno de los que más gracia me hacía pues se trata de un recorrido de tres kilómetros por en medio de la selva y en el que es posible ver fauna salvaje. La cuestión es que como el parque cierra a las seis el último acceso para entrar al Macuco es a las tres, detalle en el que no caí hasta darme cuenta de que para cuando hubiéramos acabado las actividades ya sería demasiado tarde.
Iniciamos por fin la visita y fuimos directamente a coger el tren ecológico en la estación Cataratas con destino a la Garganta del Diablo para verlo desde el lado opuesto a la tarde anterior. Por supuesto que lo primero que nos encontramos fue un coatí haciendo de las suyas, es decir buscando algo que comer, sea plástico o papel.
Bastante rato estuvimos esperando pues el tren pasa cada treinta minutos y al primero no pudimos subir a causa de la gente. La cuestión es que es el único sistema para llegar hasta la Garganta del Diablo, lugar al que no se puede acceder caminando.
Desde la estación una pasarela discurre por la selva encima de un plácido río que en ningún momento deja adivinar lo que se avecina.
Al poco ya se vio que estábamos acercándonos a algo grandioso.
Sin palabras, así es como se queda uno ante semejante espectáculo de tal cantidad de agua cayendo sin cesar y abriéndose paso casi a trompicones.
Pocos metros más allá apareció nuevamente la otra cara del río Iguazú, un remanso de paz.
Un pajarillo que no puedo identificar nos miraba fijamente.
Justo al final de la pasarela está el otro chiringuito de Iguazú Jungle desde donde iniciamos la primera de nuestras aventuras, el Sendero Ecológico. Llamarlo aventura es algo exagerado pues hasta un bebé puede subirse al gomón, como lo llaman por allí, y dar este tranquilo paseo de treinta minutos atravesando la selva por el río en calma. Me pareció de lo más relajante y, al mismo tiempo, sorprendente que estuviéramos a sólo trescientos metros de las cascadas.
Lástima que una avioneta turística estuviera todo el rato sobrevolando por encima de nuestras cabezas y haciendo un ruido de lo más molesto, lo cual me pareció muy fastidioso aparte de antiecológico. Tampoco vi ninguno de los animalitos que supuestamente había en la orilla pese a los intentos del guía por indicarlos. En cualquier caso, fue una experiencia totalmente recomendable adentrarse por la selva navegando plácidamente en una barca a remos.
El paseo finalizó muy cerca de la estación Cataratas, a donde nos dirigimos para iniciar el Circuito Superior. Nada más bajar de la barca vimos un montón de mariposas afanándose en conseguir las sales minerales que deja el agua cuando se evapora (explicación del amable y simpático guía con el que hicimos el paseo).
El Circuito Superior es un sistema de pasarelas de poco más de kilómetro y medio y, como su propio nombre indica, recorre las cascadas para tener una visión desde arriba. La panorámica general no puede ser más bonita.
Lo que no me gustó tanto fue la vista desde los diferentes miradores porque en mi opinión desde ese punto no es posible hacerse una idea cabal de lo que hay debajo.
Tomamos el camino inverso para ir directamente a la Aventura Náutica y dejamos para más tarde el Circuito Inferior, que hicimos en parte para llegar al punto de salida de las barcas, por lo que algo pudimos vislumbrar pero sin entretenernos demasiado porque el tiempo se nos echaba encima.
Frente a la Isla San Martín, a la que no se podía acceder cuando estuvimos, zarpan los barcos que hacen el paseo Aventura Náutica. El recorrido es breve, no llega a los quince minutos, pero la experiencia compensa esta brevedad. Darse la ducha del siglo bajo las cascadas más importantes de Iguazú es algo único, un momento de aquellos que hay que vivir. Riesgo no hay ninguno pero se acaba, lógicamente, empapado, por lo que lo más conveniente es quedarse en bañador. Como las temperaturas son tan altas en cinco minutos ya nos habíamos secado y pudimos vestirnos con la ropa que guardamos en la bolsa estanca que proporcionan al subir al barco. Lógicamente, fotos del momento cumbre no hay por motivos de fuerza mayor, pero alguna al aproximarnos a las cascadas sí que tiré.
Con la Aventura Náutica finalizaba el programa de actividades planificadas y nos quedaba el resto de la tarde libre pero, como he dicho más arriba, sin tiempo para hacer el Sendero Macuco. De esta forma, gastamos un buen rato en el Circuito Inferior, volviendo a pasar por donde antes no habíamos podido detenernos y completándolo sin prisa mientras seguíamos haciendo amigos por el camino.
A mí personalmente me gustó más el Circuito Inferior que el Superior porque desde abajo, contrariamente a lo que me suele ocurrir, ya que me gustan mucho las vistas desde las alturas, las cataratas resultan mucho más impresionantes y se ven en todo su esplendor y magnificencia.
Un día muy completo que acabó poco antes de que cerraran el Parque. Volvimos a Puerto Iguazú, la ciudad argentina más cercana a las cataratas, en autobús y tras un breve descanso fuimos a cenar a un restaurante que no estuvo muy acertado: A Piacere. El local era muy grande y bonito pero a mí la comida me pareció de las más flojas del viaje a un precio no acorde con la calidad.
La última etapa importante del viaje de tres semanas por Argentina finalizó en este punto. Todavía quedaba día y medio en Buenos Aires, pero lo más espectacular del país ya se daba por hecho. En este sentido, las Cataratas de Iguazú fueron un broche de oro difícilmente igualable.
Qué pasada de fotos, y de experiencia, y de lugar, y de…. guau! Yo lo tengo en pendientes, pero en lejanos…. algún día será 🙂
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Muchas gracias guapa, la verdad es que el lugar en sí ya es increíble y gracias a las actividades aún se vive con más intensidad.
Tendrás que buscar alguna excusa para hacer unas dos semanitas de vacaciones fuera de temporada, no sé, casarte por ejemplo!!!!!!!!!
Un abrazo
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Jajajajajaja, mmmm… con calma, con calma 😀 !!!!
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Amazing!! Que buenas fotos y que buen post!
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Muchas gracias por tu bonito comentario.
Un saludo!
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